La joven directora repasó con Adlatina su trayectoria, su inserción en el mundo de la publicidad y sus últimos trabajos.

Camila Zapiola estudió dirección y guión, entre otras carreras, y se recibió de actriz en Nueva York, en The Lee Strasberg Film & Theater Institute. Cuando regresó a la Argentina comenzó a trabajar en la productora de su padre ―Augusto Giménez Zapiola―, Argentinacine, donde realizó sus primeros pasos como asistente de dirección hasta que empezó a dirigir sus propios films. Su primer trabajo como directora fue Amateurs, de Grey Argentina para Magistral. La mayoría de sus trabajos son para el extranjero, incluyendo Francia, Italia, México y Londres. Su última campaña fue First dates, de Havas Londres para Citroën, que se encuentra al final de la nota.

─¿Cuál fue su recorrido? ¿Cuáles fueron sus primeros pasos como directora?
─Yo crecí con mi papá siendo director de publicidad. De hecho, yo cuando era chiquita actuaba en sus comerciales. Y después, de adolescente siempre fui muy artista: más que nada escribía y quería ser escritora. Cuando terminé el colegio mandé mis cuentos a un concurso, quedé seleccionada y me publicaron una antología. Así que empecé a estudiar letras, pero duré una semana: ya de entrada me dijeron que no íbamos a ser escritores, que íbamos a leer y analizar cosas de otros. No sabía qué estudiar para escribir, entonces después de eso me puse a estudiar periodismo y comunicación social; pero no tenían nada que ver con lo que quería hacer. Paralelamente estaba estudiando actuación, y escribí un guión para una obra: me lo aceptaron y me empecé a meter en la dirección y fui a estudiar cine. Me anoté en guión. Y me enamoré del cine, estaba enamorada de lo que estaba estudiando y me empezó a ir muy bien en dirección, cosa que yo no esperaba. No terminé la carrera, porque me había ido a estudiar a los Estados Unidos, a la New York Film Academy, que consistía en hacer ocho cortos en seis meses: era más práctico y aprendí un montón ahí. Lo que yo hacía era mejor recibido en Nueva York que en la Argentina, y haciendo uno de los cortos me di cuenta de que no sabía cómo hablarles a los actores para dirigirlos: yo sabía lo que quería, pero no cómo transmitírselo. Me frustré un montón, pero en seguida me dije “tengo que estudiar actuación para aprender a dirigir actores”. Me anoté en Strasberg un semestre y terminé haciendo toda la carrera. No me quería ir cuando me recibí, sentía que tenía mucho más para aprender. Lo que necesitás para que algo sea realista y orgánico lo aprendés actuando. Entendés los tiempos del comportamiento humano. Hoy, cuando dirijo, dirijo con las herramientas que aprendí. Entiendo cómo los actores se sienten cómodos, los veo, les presto atención, me doy cuenta de cuando no entienden o se sienten ofuscados y necesitan desahogarse. Entonces, a veces paro, los saco un minuto y les pido que me cuenten qué les pasa, porque veo que necesitan descargarse.

─¿Cómo fue su trabajo ya dentro de Argentinacine? ¿Cómo le llegó su primera propuesta para dirigir?
 ─Después de que me recibí, volví a la Argentina, ya sabiendo dirigir actores, y me metí como directora de casting en Argentinacine. Después empecé a ser asistente creativa de casi todos los directores de la productora: los acompañaba en lo que ellos necesitaban que hiciera. Hasta que pude participar en todo el proceso de una que estaba codirigiendo mi papá para Grey, una para Paramount titulada Actores. Hace tres años. Tuvimos muchas reuniones creativas, la hicimos entre todos y yo pegué muy buena onda con los de Grey; ellos me vieron trabajar y cuando terminamos me decían “ella es Camila, la que codirigió la de Paramount”. Después de eso, me dijeron que me querían ayudar y que tenían un guión para darme: me dieron uno de Magistral, Amateurs, y así dirigí mi primer comercial.

─¿Cómo llegó a trabajar para el exterior?
 ─Después de Amateurs me empezó a ir muy bien y tuve muchas propuestas internacionales. Hoy filmo mucho más internacionalmente que en la Argentina, me llaman más de afuera. Primero fue de Chile; después, de Italia; y así fui armando mi reel, poco a poco. Antes tenía varias campañas codirigidas con mi papá que me sumaron a nivel internacional, pero fue a partir de la de Magistral que me empezaron a llegar guiones de afuera.

─Hace dos años ganó un premio en Diente, otorgado por el Círculo de Creativos Argentinos, como nuevo talento. ¿Qué le significó ese reconocimiento? ¿Qué cambios cree que tuvo desde ese momento hasta hoy?
─Lo que más me gustó fue lo orgulloso que estaba mi papá. Fue lindo, no sé si a nivel Argentina me dio reconocimiento ese premio: no cambió mucho mi carrera. Fue muy lindo ese premio y después seguí empujando. Yo creo que me empezó a ir mejor cuando me posicioné mejor con mis representaciones de afuera. Empecé a hacer muchos contactos en Cannes Lions, empecé a tener muchas reuniones y empecé a darles mucha importancia a mis representaciones de afuera, a tener relaciones con los productores. Yo siento que acá todavía me ven muy chica, tengo 29 años, todavía no me conocen. Me es difícil en la Argentina; afuera, no.

─¿Cuál siente que fue su trabajo más importante? ¿Cuál siente que representa más su manera de dirigir?
 ─Algo que aprendí el año pasado es que yo trataba de hacer los guiones mucho mejores de lo que eran, o le ponía mucha más energía para tratar de mejorar algo que ya estaba aprobado, que ya era así, y desgastaba energía en cosas que no valían tanto la pena. Valía más la pena hacer los trabajos como vienen que tratar de forzarlos a algo que no son. No creo que tenga un trabajo preferido. El de Magistral fue el primero que hice y me encanta. Pero el de Citroën, el último que hice, me vuelve loca. También porque el guión me permitió trabajar toda esa vena actoral, en que podía jugar con el drama, lo cinematográfico, a full lo actoral y hacerlo así de sensible. Mis trabajos son todos muy distintos, me divertí muchísimo haciéndolos. No siento que haya habido uno que me cambió; lo que sí aprendí fue cómo contar bien una historia de una forma mucho más segura. Tengo mucho más en claro qué funciona en la publicidad y qué no, qué funciona en las ediciones y qué no; capaz no poner tantos chistes, que era algo que hacía mucho, dejar respirar un poco la peli. Es muy importante saber cuándo parar, cuando poner la fuerza. Es un trabajo en equipo, y está bueno que sea en equipo, nunca pensar que uno sabe más que el otro.

─¿Su objetivo es seguir en la industria de la publicidad o le gustaría hacer largometrajes? ¿O volver a ser actriz?
 ─No, ser actriz me gusta, pero jamás me expondría a los castings, más habiendo estado del otro lado; es difícil. Lo haría como hobby, pero nunca dependería mi comida de ese trabajo. Lo que sí tengo ganas es de hacer largos: de hecho, estoy escribiendo un corto que ya se convirtió en un largo. Hace dos años que tengo ganas de llevarlo a alguna productora importante de acá. Mi plan en realidad es apuntar a los Estados Unidos, pero es difícil, tengo que ver. Por ahora estoy acá en esta, mi objetivo más que nada era crecer como directora y tener un reel fuerte para competir por proyectos que me divirtieran de verdad y siento que en este último tiempo lo conseguí. Creo que este momento es para mí de disfrutar lo que coseché y ponerme un poco más selectiva en lo que elijo. Yo, desde que salí de la facultad, no paré: fueron seis años en los que dije a todo que sí, porque sentía que era una forma de aprender, de crear relaciones, de hacer mi nombre. Y hoy en día no puedo hacer más eso, tengo ganas de ponerme más selectiva, de elegir las cosas y de cuidar mi trabajo, porque uno no es una máquina. Cuando uno pone energía en cosas que capaz no te hacen la carrera, no te hacen crecer, y después estás cansado para lo próximo que sí necesita de tu energía. Entonces está bueno ser inteligente y saber dónde poner la energía. Otra cosa que me pasa es que siento que no hay humor femenino, no hay una voz femenina que nos represente. Hay igualdad, pero no de voces. Y eso es lo que estoy tratando de conseguir, de representar a la mujer de manera realista. Me encanta que haya publicidades de humor de hombres, pero también tiene que haber de mujeres.

─Con todos sus trabajos está formando una identidad como directora. ¿Cómo es su proceso de creación? ¿Tiene una parte preferida del proceso de trabajo?
 ─Yo me tomo mucho tiempo para dibujar. A medida que más filmo más ahorro planos, porque entiendo que quiero aprovechar más los planos que ya tengo para la mayor cantidad de material que pueda. Antes yo cubría todo por las dudas. A mí me encanta lo cinematográfico, por eso me es muy importante cómo empieza una historia y cómo termina. Me importa desde dónde está la cámara, cómo se mueve la cámara: para mí que lo visual es fundamental. Y me parece que todo tiene un mood, todo tiene un tono. El tono es fundamental. Y es una de las cosas más creativas del proceso, porque después la dirección de actores ya en el set es ver si funciona el guión. Lo más creativo es cómo lo dibujé y el tono que le damos a nivel de imagen. El callback es para mí lo más fundamental de todo, porque es donde las palabras se vuelven acción, las ves por primera vez. Muchas veces me pasa que un guión que es buenísimo en papel, lo llevas a los actores y no funciona. Lo que más me gusta es el rodaje, es la parte más divertida. Me gusta mucho la competencia, me gusta competir antes, me gusta todo lo formal y burocrático del trabajo. Me gusta mucho presentar, las presentaciones me emocionan. Pero la parte que más me gusta es el rodaje, y la parte que más me cansa es el callback, porque yo trabajo mucho con la energía. Son fundamentales la actitud y la energía de un director en un set, con los actores y con todo. Cómo llevas adelante el set te cae en los hombros, es recansador, pero es redivertido.